¿Cómo resolver un problema?

18 jun 2015

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Sin duda no es una pregunta nada fácil. Muchas veces las personas acuden al psicólogo con la esperanza de que seamos capaces de resolver, casi de forma mágica, todos sus problemas. Lamentablemente esto no es tan fácil. Lo que un psicólogo sí puede hacer, es acompañar en un período de la vida, en el cual se están atravesando momentos difíciles, proporcionando a la persona herramientas y estrategias para resolver sus situaciones conflictivas. Estrategias que quizás se poseen pero nunca se habían puesto en práctica, o incluso dar la oportunidad de aprender nuevas maneras de hacer. La idea fundamental es que al final sea el propio individuo el que llegue a sus propias conclusiones y soluciones, adoptando nuevas herramientas y formas de ver la situación que le permitan mejorar su calidad de vida.

 

Si bien no disponemos de una varita mágica, podemos enseñar algunas técnicas que pueden ser de utilidad para enfrentarse a situaciones problemáticas. La técnica de resolución de problemas se basa en analizar el problema en profundidad, teniendo en cuenta todos los detalles para llegar a varias soluciones alternativas y escoger de entre ellas la que resulte más beneficiosa.

 

Para llevar a cabo esta técnica deben seguirse 5 pasos:

 

  1. Identificación y definición del problema: en una palabra o una frase en primera persona. Es importante plantear el problema desde el “yo”, es decir, plantearlo de manera que dependa de mí y de lo que yo pueda hacer. No podemos pretender cambiar al otro, pero sí podemos cambiar cómo afrontamos y nos relacionamos con él.
  2. Descripción y análisis del problema: el objetivo de este paso es recopilar información, analizar los motivos. Se puede realizar en términos de qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué.  
  3. Generar soluciones alternativas: consiste en hacer una “lluvia de ideas”, es decir, plantear todas las soluciones que se nos ocurran, incluso aquellas que nos parezcan realmente absurdas. A veces, la mejor solución es la reformulación de una idea disparatada. Las soluciones deberían incluir dos extremos; desde la inamovilidad (no hacer nada, dejarlo todo como está) hasta la ruptura (lo más extremo y rompedor).
  4. Elegir una solución: para ello puede resultar muy útil emplear un sistema de pros y contras. Al escoger la solución hay que ser críticos y preguntarse: ¿Qué es lo mejor? ¿Qué es lo que me parece más complicado? Esto lo hacemos con el objetivo de tomar conciencia de ello y llevarlo a cabo aunque nos cueste.
  5. Reevaluar y practicar la solución: puede ser útil dividir la solución en diferentes pasos pequeños, fáciles de realizar, consecutivos y específicos. Elaborar un plan de acción con fechas de inicio y de final. Nos planificamos y estructuramos, y muy importante nos vamos reforzando a medida que lo vayamos consiguiendo. Por último, hacemos una evaluación a ver si lo que hemos hecho nos ha ayudado y si nos sentimos mejor. 
 

 

 

Adriana Larrañaga Mendoza.

Psicóloga General Sanitaria de CALM Psicología.

@psicolarra psicolarra@gmail.com

 

 

 

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