¿Somos lo que decidimos o decidimos lo que somos?

9 ene 2015

Puede resultarnos difícil, aunque debemos reconocer, que nuestra vida actual está formada por aquellas elecciones que hicimos o no hicimos en el pasado. Si actualmente no estamos como nos gustaría, sería interesante que pudiésemos revisar qué decisiones nos han conducido hasta el punto donde nos encontramos. Lo que ocurre es que en muchas ocasiones nuestras elecciones no han sido del todo conscientes. De ahí  surge la pregunta inicial. La respuesta sería: depende, sobre todo, de nuestro nivel de consciencia a la hora de elegir. Es por eso que es muy importante realizar elecciones conscientes que nos acerquen a nuestros objetivos vitales.

 

En ocasiones elegimos aquellas cosas que la vida nos pone delante sin anticipar sus resultados o sin hacer grandes reflexiones sobre lo que implicarán. Puede ser que elijamos por inercia; porque es lo que “se debía hacer”; porque era lo normal y habitual en ese momento, lo hacía todo el mundo; nos sentíamos obligados o era lo que se esperaba de nosotros; nos basamos en los consejos de nuestros seres cercanos porque ellos sabían más que nosotros; era lo más fácil, lo que teníamos más “a mano”; Y por último podemos llegar a pensar: – “¡Pero si yo ni siquiera pude elegir!”.

 

Cuando todo esto ocurre nos sentimos de alguna manera atrapados en un presente que no nos satisface y del cual tampoco sabemos cómo salir ni cómo cambiarlo. Volver atrás en el tiempo es imposible, pero sí podemos intentar extraer todo el aprendizaje posible de nuestras experiencias pasadas, para trabajar en el hoy y construir el mañana que deseamos.

 

¿Cómo podemos tomar decisiones y elegir de forma consciente?

  • Empecemos por saber qué queremos. Le preguntaba Alicia en el País de las Maravillas al gato ¿Podría decirme, por favor, qué camino debo tomar?, y éste le contestaba: “Eso dependerá de a dónde quieras ir”. Planteémonos objetivos claros y precisos, y establezcamos “hojas de ruta” para conseguirlos.
  • Sigamos por tener confianza en nosotros mismos. La decisión última sobre nuestra vida la tenemos en nuestra mano. Podemos escuchar consejos y opiniones, pero acabemos por determinar nosotros el sentido personal que tendrá la elección y hagámonos responsables de ella.
  • Pensemos a largo plazo. Reflexionemos sobre la utilidad de nuestra elección para resolver realmente un problema, para que no solo lo “disfrace” a corto plazo.
  • Cuestionemos nuestras creencias. No demos por hecho lo que podemos y no podemos elegir. A medida que pasa el tiempo disponemos de más experiencia, y por ende, de más aprendizajes que nos pueden llevar a tomar decisiones diferentes. Empleemos la creatividad y cambiemos la perspectiva para encontrar soluciones alternativas.
  • Y por último, pasemos a la acción. Es bueno evaluar, reflexionar, planificar pero hasta que no actuemos, nada pasará ni nada cambiará. Si los resultados son los deseados, felicitémonos, y si no lo son, aprendamos de ello y busquemos otra vía. 

 

Adriana Larrañaga Mendoza.

Psicóloga General Sanitaria de CALM Psicología.

@psicolarra psicolarra@gmail.com

 

 

 

 

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